Siempre
era lo mismo. Suspiraba mientras las sabanas rozaban su cuerpo de manera suave.
Frederic miró hacia el otro lado de la cama donde se suponía que debía estar su
acompañante, pero solo quedaba un gran espacio. Se levantó y con gran dolor en
sus costillas fue a mirarse a espejo y como siempre, su cuerpo había sido
llenado de moretones. Era lo mismo de siempre.
Se lavó
los dientes y se duchó, poco después desayunando se fue para la oficina donde
trabajaba. Trabajaba como diseñador en una empresa de cosméticos. No era la
gran lumbrera, pero de alguna manera siempre lograba mantenerse.
Los compañeros
pasivos, aburridos y quejumbrosos, lo recibían con una sonrisa cansada y un
montón de trabajo. Era lo mismo de siempre.
Nadie
preguntaba sobre la vida del otro y por ello, nadie se enteraba que debajo de
ese traje, se encontraba un cuerpo lleno de hematomas, siempre tenía especial
cuidado de no pegarle en la cara.
Muchas
veces Frederic se preguntó, qué era lo que lo mantenía unido a Andrew, pero no
había respuesta para ello. Los maltratos constantes, el miedo latente, esos
eran los sentimientos que tenía por Andrew y aún así, parecían más fuertes que
el amor.
No era
como si no estuviese consciente que Andrew no lo quería, pero, sencillamente no
podía dejarlo. Si lo hiciera, quizás sería un gran paso para él, pero realmente
no sería capaz de darlo, porque él estaba solo.
Sabía que
en esa relación él estaba queriendo y amando, por partida doble, tenía que de
alguna forma llenar ese vacío emocional que Andrew no parecía querer llenar.
El motivo
de sus moretones, fue el hecho que le
canceló una cita. Hacia una semana, habían quedado de salir a comer, pero
casualmente su jefe lo invitó a una reunión de negocios. No se imaginaba que
fuese a llegar borracho y a pegarle, por aquella razón.
Al
principio de la relación, se ilusionaba con el hecho de pensar que fuesen
celos, pero ahora se ríe de su ingenuidad.
Había perdido cualquier fantasía que pudiese guardar en su corazón.
Los días
parecía que cada vez perdían su color, hasta quedar en una penumbra gris. No
sabía quien había sido el estúpido que había dicho que cuando uno se enamora el
mundo pareciese iluminarse; a él solo lo estaba sumiendo en la más profunda
oscuridad.
¿Para qué
regresar a casa? No quería verlo, pero tampoco quería estar sin él. Esa
enfermedad lo iba a llevar a la muerte ¿Por qué sería tan estúpido?
Él era de
las personas partidarias de pensar en ser felices para siempre y todos los
demás clichés que siempre inculcaban. Ahora se encontraba emparejado con la
bruja de la historia. Quizás realmente
debía empezar de nuevo.
Hubo pocas
veces en las que realmente sintió la necesidad de alejarse de él y lo había
intentado con entusiasmo, pero las garras de él, eran mucho más fuertes de lo
que imaginaba.
Recuerda
en la manera que lo conoció y se mofaba de su propia ingenuidad.
Todo había
comenzado cuando se estaba mudando. Había decidido cambiarse de casa debido al
costo, a pesar de que ser pequeño el apartamento, tenía muchas cosas que
llevar, así que decidió llamar a un servicio de mudanzas. Aquel día donde empezó el trasteo, uno de los
dos ayudantes que estaban en el trabajo, era un vigoroso joven de 19 años.
Debía
reconocerlo, fue instantánea la atracción que sintió por él, pero no había
forma de que llegasen a algún lado. Aquel día disfrutó de la compañía mientras
pudo y resignado a dejarlo ir, no hizo
ningún movimiento.
Nunca se
esperaría que ese chico, también bateara para su mismo lado y que casualmente,
se gustaron mutuamente. Todo le parecía de maravillas y se sentía dichoso por
ese hecho. Él lo llamaba y le coqueteaba de forma directa y eso le encantaba.
Hasta ahí
todo era felicidad, pero no fue hasta el momento en el que lo hicieron por
primera vez que todo se fue para la mierda. Él comenzaba a desconfiar de cada
persona que se le acercaba, por esa misma inseguridad, comenzó a golpearlo, a
marcarlo. No quedó nada de lo que parecía iba a ser, una relación de cuento de
hadas.
Estaba
cansado. Ya no se sentía pleno cuando estaba con él, de hecho pareciera que
cada vez lo despojara del poco orgullo y amor propio que tenía.
¿Por qué Dios
había castigado a los humanos con los sentimientos? ¿Para él no era suficiente
mandar las enfermedades y las guerras? Cada vez estaba más convencido de que
eso era un castigo divino. Personalmente no creía en la rencarnación, pero en
ese momento pensaba que en la vida pasada debió ser el asesino más grande del
mundo para que eso le pasara.
Quería
irse ya para su casa, pero todavía faltaba trabajo. Su jefe discretamente fue
aumentando su trabajo, como si quisiese evitar que se fuese a casa, pero en parte
agradecía su explotación. Estaba demasiado asustado como para querer llegar a
su casa y verlo.
La noche
lo había atrapado antes de que pudiese percatarse de ello y miraba que aún
tenía mucho trabajo por terminar. Revisó su celular por aquella manía que tenía
y se vio asaltado por una cantidad de mensajes de voz y llamadas perdidas. No
tenía que mirar de quien eran, después de todo él era la única persona que
haría tal acto. Cerró su celular y tuvo el impulso de quitarle la batería al
celular. Quizás se enfrentaría a él después, pero ahora no quería escuchar nada
de eso.
Dejando su
celular sin batería escondido en el cajón, se puso a trabajar tratando de
olvidar todo. Poco a poco la gente fue abandonando el edificio y percatándose
que eran más de las 10 de la noche, pensó que quizás era posible parar de
trabajar.
Empezó a
recoger sus cosas y repentinamente su jefe lo llamó a que se acercara a su
oficina. Para que mentía, estaba
sorprendido, se supone que no tendría
nada que hablar.
— Jefe
¿Qué pasa?
La mirada
escudriñadora lo ponía algo nervioso.
— ¿Por qué
tienes esos moretones?
Frederic
se puso de piedra mientras que con sorpresa, se recostó contra la pared.
— No creas
que porque no te golpean en la cara, los moretones no se ven.
Frederic
quería huir ¿Qué le iba a decir a su jefe sobre su compañero maltratador?
— No es
nada de lo que preocuparse. — ya no sabía qué más decirle.
— ¿Cómo
que no es nada? Si no te has dado cuenta,
se puede ver los moretones que tienes en las muñecas, además de los
brazos. ¿Estuviste en una pelea? ¿Intentaron robarte?
Frederic
comenzó a pensar rápidamente y sencillamente asintió sin saber a cual de las
preguntas, afirmaba.
Su jefe
suspiró, mientras que se paró de su asiento y se acercó a Frederic y parándose
a su frente le dijo.
— No
quiero pensar, que eso es producto de una pelea porque sabes que serías despedido,
pero si realmente intentaron asaltarte, entonces ve a la policía ¿O ya fuiste?
Los ojos
de Frederic, sintieron la presión y de repente le dieron ganas de vomitar.
— Señor,
no he ido porque no pudieron robarme nada.
Su jefe
miró con cierto remordimiento, mientras pensaba que quizás así no iba a
conseguir la respuesta que esperaba.
— No
quiero forzarte a hablar, pero, aquí no somos maquinas y como jefe sé que también mis empleados tienen
problemas personales. Si quieres contar conmigo, puedes hacerlo ¿Vale?
Frederic
se estremeció ante la muestra de amabilidad, tanto fue así que le dieron ganas
de llorar. Le dio la mano a su jefe y salió e la oficina con un peso ligero que
a pesar de todo no lo molestaba.
Cogió sus
cosas y salió hacia un hotel. Olvidó su celular guardado en el cajón. Sabía que
no quería verlo. Seguramente hoy le daría de nuevo una paliza por el hecho de
que no contestarle.
Se dirigió
al primer hotel de mala muerte que encontró y se centró en dormir, cosa que
extramente a pesar de la incomodidad, consiguió hacer.
No quería
que la mañana llegara. No quería trabajar, no quería hacer nada. Probablemente
tendría que ir a su casa, porque tenía que cambiarse de vestido. Encontrarlo
ahí, era una posibilidad muy alta.
Nada de lo
que pudiese hacer, iba a evitar que la
mañana llegara. Eso le molestaba a sobre manera, se sentía en un juego del
tiempo y la mala suerte. Era como si quisieran llevarlo al suicidio.
***
Jugaba con
su esfero mientras no podía seguir concentrado en leer los documentos que tenía
la frente. A quien trataba de engañar,
estaba preocupado por Frederic. No como
su jefe, sino como su compañero. Él estaba en una situación similar, pensaba.
Ser maltratado y tener que callar, no poder manifestar el dolor y la
frustración. Quizás estaban sufriendo
del mismo mal.
Se
reconocía que al involucrarse tan fácilmente con su actual pareja, le había
parecido un juego de niños, lo que no sabía era que él era con quien estaban
jugando. Todo había comenzado gracias a uno de los negocios turbios con los que
su querido compañero decidió involucrarlo.
Era el mercado negro el centro de acción, uno de los traficantes
ilegales había pedido la aprobación de la empresa de cubrir uno de los
cargamentos que tenían que entrar al país, de tal manera que se facilitara el
transporte. Al comienzo él no pensaba
que eso fuese a llevarlo a tener una cadena atada al cuello, por lo que aceptó
a interceder por cierta cantidad de dinero que necesitaban para varios
proyectos.
Después de
que la transacción se vio realizada y el embarque fue exitoso, él pensaba que
todo había acabado, entonces se vio asaltado por uno de los jefes con los que
había negociado. Kendrick era su nombre y empezó a buscar excusas para verlo,
cosa que él no entendía por qué. Como no accedía a verlo, este comenzó a
chantajearlo, diciendo que iría a decir sobre los negocios turbios que acaban
de realizar. Claramente eso no era conveniente, así que accedió a verlo una
vez.
Aquella
vez que lo vio, todo cambió en su vida. Kendrick lo trataba amablemente y eso
lo alarmaba. Luego lo persuadió para que se vieran una segunda vez y aquella
vez la amabilidad poco a poco iba desapareciendo, a la tercera vez, ya mostró sus colmillos y
le atacó. Le había advertido que no tenía permitido alejarse de él, que ahora,
él estaba a atado y no había manera que
esas cadenas se cortaran.
Así fue
que de alguna manera, él, un empresario, terminó en alguna clase de relación
extraña con un mafioso.
me a llamado mucho la antencion con este primer capitulo, una historia fuera de lo que he leido (fantacia, magia y comedia) más realista n.n
ResponderEliminarseguire de cerca sus actualizaciones y anciosa por leer el cap n.n
Hola
EliminarMuchas gracias por comentar aquí también. Nos hace muy feliz poder ver el interes que produjo. Esperamos que te siga gustando.
Hasta la próxima
Me fascina la historia, amo como expresaron lo que siente Frederic, su confusión de por qué estar con su pareja si le hace tanto mal, concuerdo en que es una historia realista, me encanta:) os felicito por la historia y por los dibujos:) están geniales, son alucinantes .
ResponderEliminarSaludos~
Hola
EliminarMuchísimas gracias por comentar. Nos alaga a sobremanera que te fascine la historia. Siempre el enfoque psicologico ha sido una de las especialidades de la casa. Esperamos que la historia te siga gustando.
Hasta la próxima